La naturaleza aventurera y conquistadora de los holandeses les ha permitido tener futbolistas con genotipos muy variados. Sus antiguas colonias han nutrido su futbol. Esta es solo una de esas historias que empezaron en los tiempos de conquista y que ha alcanzado su clímax en plena semifinal de la copa del mundo.
En 1599, la Compañía Holandesa de Indias llegó a las Islas Molucas (Maluku en indonesio), también conocidas como las Islas de las Especias. Su instinto conquistador los llevó a tomar posesión de tierras y poblados con la fuerza del terror. Exterminaron a cuanto enemigo se les opusiera. Cada intento de rebelión fue salvajemente reprimido. Generaron tal psicosis en los isleños que los orilló a matar a sus líderes para aplacar la ira del invasor. El trueque fue nefasto: salvaron sus poblados, conservaron sus vidas, pero perdieron su libertad. Sin embargo los holandeses regentearon un gran negocio durante siglos e indirectamente, en un plano aparte, el capitán de la Naranja Mecánica, con sangre moluca corriendo por sus venas, rompió la muralla charrúa y con dos goles más (uno de Robben y otro de Sneijder) lograron instalarse en la gran final de la copa del mundo celebrada en Sudáfrica, en pleno año 2010.
Giovanni van Bronckhorst es un veterano que está escribiendo las últimas páginas de su historia. A los 35 años ha decidido dejar el futbol cuando termine la máxima competencia del 2010. El capitán nació en Rotterdam pero sus padres son de Indonesia. Su madre, en particular, es descendiente de los molucos porque llegó al mundo en la Isla de las Especias.
También John Heitinga, encargado de anular a Diego Forlán, y Demy de Zeeuw, quien acabó hospitalizado tras la batalla, con una probable fractura en la mandíbula, tienen sus orígenes en Maluku.
Si hace cuatrocientos años los holandeses no hubieran avasallado a los isleños del lejano oriente, el destino futbolístico tal vez tendría otra trama. El costo social de aquellos tiempos de conquista fue altísimo. Sin duda alguna que los holandeses, representados por los once sobre la hierba –incluido su capitán Bronckhorst, el zaguero Heitinga y el volante de Zeeuw-, deberán agradecerle a sus conquistados y pedirles perdón (a sus ancestros) con la copa levantada al cielo.
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