Dioses Paganos


El 31 de enero de 2009, Raúl igualó la marca de Di Stéfano. Aquel día todos celebraron. Fue el relevo generacional de una de las más grandes tradiciones madridistas: la de anotar goles en el juego de anotar goles.
Dicen que el viejo era una saeta. Enamorado de su vieja, la pelota, a la que siempre le daba las gracias. Rubio y calvo prematuro. Temperamental. Un Dios Pagano por no haber ganado una copa del mundo.
Dicen que el joven era como un vampiro que se alimentaba de goles. "El Robert De Niro del futbol". Y si bien dormía en una cámara hiperbárica para no flaquear nunca en el campo, aquel día abrazó a la leyenda y le dijo "Gracias Viejo". A final de cuentas, él también es un Dios Pagano. 

El engorroso trámite de la regla 10


A Luis Amaranto Perea le faltaba un detalle en su carrera. Su gol llegó cuando ya habían transcurrido 42,524 minutos de juego como profesional. A esto habrá que sumarle los 15 años de infancia y adolescencia en el campo de bananas del Urabá antioqueño. Las once horas que viajó en camión para buscar ser algo más en la ciudad. Las jornadas vendiendo helados hasta que empezaron a correr esos miles de minutos que sumó a lo largo de doce años. De Colombia a Argentina, luego a España y vendría a México para encontrarse con el gol en un modesto campo michoacano. En total, fueron casi 34 años transcurridos para cumplir con ese trámite engorroso que impone la regla diez.

El niño que parió la favela


Romario da Souza Faria fue un niño que parió la favela, esas fábricas de cracks que cuelgan de colinas inhóspitas. Enamorado de la noche, de las mujeres y del futbol. Un gigante en miniatura. Embriagado irreverente de un millar de goles. Cuando el Barcelona lo fichó compró un edificio de 12 pisos y sacó a su familia de Jacarezinho. Ahora es diputado federal en su patria e irónicamente escéptico de la próxima copa del mundo. Dice que "los ricos saldrán maravillados del campeonato. Pero los pobres ni se enterarán". Y en un acto, que tiene tintes demagógicos, se ha hecho con 32 mil entradas que repartirá entre ancianos y discapacitados. De los cinco días que salía de fiesta, hoy sólo sale uno. La política y su cercanía al medio siglo de vida ya no le permiten más, eso dice también.


Dicen que el juego ha sido horrible


A finales de 1884, el mártir cubano presenció el duelo de futbol americano entre Princeton y Yale. Estos son segmentos de la crónica que realizó un personaje de tal envergadura.

Dicen que el juego ha sido horrible. Era una arena abierta, como en Roma. Luchaban como Oxford y Cambridge en Inglaterra, los dos colegios afamados, Yale y Princeton. Naranja era el color de Yale y el de Princeton azul. El cielo sombrío como no queriendo ver. Los gigantes entrando en el circo, con la muerte en los ojos, llevan el traje de juego: chaqueta de cañamazo, calzón corto, zapatilla de suela de goma: ¡Todo estaba a los pocos momentos tinto en la sangre propia o en la ajena!
Los de un bando se proponen entrar a punta de pie la bola en el campo hostil: y los de este deben resistirlo, y volver la bola al campo vecino. Este pega: aquel acude a impedir que la bola entre: uno se echa sobre la bola...: los diez, los veinte, todos los del juego, trenzados los miembros como los luchadores del circo, batallan a puño, a pie, a rodilla, a diente. Y cuando se apartan del montón el infeliz capitán del Yale, caída la mandíbula, apretados los dientes, lívido y horrendo, se arrastra por la arena hecha lodo. Si el día no acabase, no cesaría. Yale vence.
El lucimiento mental se desdeña, y se enaltece el brío del músculo.

La tragedia del príncipe de los futbolistas celtas

El 5 de septiembre de 1931, el joven guardameta del Celtic salió a pelear el balón sin medir las consecuencias puesto que esa es la única manera de disputar un Old Firm. En el segundo tiempo, cuando Sam English, uno de los odiados Rangers, emprendió un ataque, Thomson fue por lo suyo. La carichosa pelota marcó el destino. La cabeza de John se encontró con la rodilla de English. El muchacho salió en camilla con su meta imbatida pero murió unas horas más tarde con el craneo destrozado. Desde entonces es uno de los maravillosos fantasmas que arengan al mítico equipo de Glasgow. Dicen que su recuerdo es una estrella brillante y luminosa que pone de pie a toda la tribuna, ante este príncipe de los jugadores celtas.







Deportivo Toluca de Santander


El historiador del futbol mexicano, Carlos Calderón Cardoso, nos lleva a conocer esta historia que amarra los destinos de dos oncenas, una mexicana y otra cantábrica.