Se ha ido el profe de León

Entre los hombres que proclamaron el futbol total estuvo José Ricardo de León. Un entrañable entrenador uruguayo de esos que gustaban cuadrar lo simple del juego con la profundidad de la estrategia.

Si Mitchel y Kovacs revolucionaron el futbol en Europa, en América, de León reacomodó las piezas y lo intentó en México, con el equipo rojo del Toluca.

Tuvo un lema que nadie olvida, el asunto es ganar, y un proyecto inconcluso e incomprendido que le entregó una copa a los Diablos y una desacreditación general por parte de aquellos que nada sabían de los planes del profesor.

A esa escuadra le decían el Cangrego Rojo. De León iba trabajando a su equipo de atrás para adelante pero se le terminó la temporada, la 74-75, y se le vino encima el título con el trabajo a la mitad.

Cuando los jugadores rojos conocieron al viejo, se burlaron de él. Se presentó vaticinando el campeonato. Y lo tacharon de loco cuando los hacía entrenar sin balón y sin portero. Él venía de convertir al Atlético Español en subcampeón del torneo anterior.

Fue un hombre que hizo su revolución. Que vivió señalado como partidario del antifutbol en su búsqueda del futbol completo.

Nació el 23 de septiembre de 1923 y murió este 14 de febrero de 2010, en Uruguay. Buscaremos la manera de rendirle homenaje en el programa de televisión.

El Corregidora y su cuarto de siglo

El 5 de febrero de 1985, con un soberbio gol de Tomás Boy se abrieron las puertas de las emociones de este magnífico estadio. Construido para disputar la copa del mundo de 1986, el Corregidora de Querétaro cumple 25 años y su historia se puede contar desde la épica de los grandes triunfos o desde la tragedia de las incomprensibles derrotas.
Aquella primera vez que rodó el balón, la selección mexicana le anotó cinco goles a Polonia. Nuestra meta quedó intacta.

Luego vino el 28 de mayo, aquella noche en que explotó una de las rivalidades más crudas del futbol nacional. Estos son los goles de aquella final de la temporada 1984-1985. Estos son los momentos críticos que marcaron el partido y que señalaron de por vida al silbante Joaquín Urrea.

El Corregidora estaba listo para su gran fiesta. La copa del Mundo de 1986 lo presentaría al mundo. Los alemanes hicieron de esta su casa y aquí iniciaron su camino a la final.
También, uno de los héroes del 86 tuvo su gran tarde de gloria corriendo por estos prados. Emilio Butragueño y la selección española deban cuenta de una sorprendente selección de Dinamarca que llegaba con paso estrepitoso. Cuatro fue la cuenta personal del Buitre y cinco los goles que dejaron fuera a los daneses.

Tres años más tarde, en 1989, un momento de apertura cultural sería sellado con balones de futbol obsequiados con generosidad. Tras décadas sin poder celebrar un concierto multitudinario de rock, en ningún escenario del país, Rod Stwart se convertiría en el primero. Y así saltó al escenario, regalando esféricos a manos llenas.

La ciudad capital queretana tiene una relación añeja con el futbol. En 1950 se organizaron en forma. Y desde entonces han vivido una serie de extraños sentimientos generados por diversas circunstancias. Ascensos y descensos, tragedias, maldiciones, equipos efímeros pero inolvidables, y una desafiliación por acusaciones que no han sido esclarecidas.
Siempre se acepta al espectáculo, el escenario es magnífico pero algo pasa cada vez que se pone en marcha un proyecto deportivo queretano.

Desde hace 25 años, el Corregidora ha sido el gran estadio que sigue esperando días continuos de futbol que ensanchen su historia.
Por aquí han pasado equipos locales y refugiados. Las cobras, los halcones, gallos blancos en diferentes versiones y hasta el Atlante o los Pumas, que jugaron en esta cancha cuando la universidad estuvo en huelga, en 1999.

El Corregidora celebrará su primer cuarto de siglo en medio de una gran fusión de identidad. La ciudad habla cada que su equipo juega. Y dice, y pide, y reclama, y exige. Querétaro y su gran teatro del balón no dejarán que baje el telón.