Me gusta la actitud del “Chuletita” Orozco. Tiene todo para ser el gran enlace terrenal entre la elite azul y sus huestes. Es un futbolista con cuerpo de jardinero central y cuarto bat. Es poderoso, contundente, hábil y sobretodo tiene muy claro que el objetivo de su posición es hacer daño, perforar redes a diestra y siniestra. Pero he aquí su gran virtud: es de los pocos futbolistas mexicanos que se atreve a retar a la historia.
Javier Antonio Orozco Pañuelas (16 de noviembre de 1987) es sinaloense de Los Mochis. Tierra que pide de requisito al nacer un guante y un bat al hombro. Sin embargo, desde hace una década el futbol ha encontrado en Sinaloa una beta de primera línea. De futbolistas de exportación para ser más claros. "Chuletita" fue pelotero, faltaba más, pero imitó al hermano mayor y le entró a la patada. Además es hacedor de goles, por lo tanto hay que cuidarlo. Recordemos que este es un país donde los delanteros están en peligro de extinción y el prototipo del Chuletita podría marcar un perfil del atacante nacional.
El muchacho tiene 22 años. No es un novato pues debutó a los 17 años. Bendita edad para nuestro futbol. Su primer gol en primera división lo pudo anotar casi tres años después, pero fue campeón de goleo en la Liga de Campeones de Concacaf, “La Concachampions” pues, en la edición 2008-2009.
Fíjenese lo que se dice de él en Wikipedia: Es tan perro para jugar que metió dos goles y provocó un autogol, a favor, en el primer partido del Apertura 2010. Una descripción contundente.
Cuando se le pregunta algo a Javier contesta de primera mano, no anda con rodeos ni hace caso de las muletillas. Él habla en primera persona y siempre ha dicho que cuando se propone algo lo cumple. Desde cumplir la promesa de volver a su tierra con regalos para su madre como el generoso acto de pedir disculpas públicas por el mal paso de su equipo.
Lo mejor de todo es el número que porta en la espalda. Tomó el 27, sinónimo del hombre gol de los cementeros, Carlos Hermosillo. Pidió esta insignia en el dorso porque él es su ídolo. Su meta. El reto que el “Chuletita” le ha puesto a la historia.
Los 169 goles del goleador veracruzano son la meta a largo plazo de un hombre que antes de soñar con emigrar, ha tenido la inteligencia de diseñar su propio plan de vida. Este gesto lo hacen muy pocos y hay que valorarlo en esta tierra que se ha caracterizado por tener héroes muertos en el intento por conseguir un objetivo y no en aquellos que lo han logrado.
En cinco años, el “Chuletita” ha jugado sólo 37 partidos con la Máquina y sólo le faltan 160 goles para alcanzar a Hermosillo. Habrá que impulsarlo para que lo logre, vale la pena. Es un futbolista que no trabaja para el futbol, juega por el futbol, lo hace bien y se divierte. ¿Qué más se puede pedir?
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