Pumas no representa a ningún barrio, ni tampoco a alguna ciudad o estado. El equipo carga con una idea que traza el perfil de sus seguidores y de sus futbolistas. Esa idea se asocia a la centenaria Universidad Nacional Autónoma de México. Ser Puma es un gentilicio deportivo que hincha el pecho de orgullo.
Aunque desde los años 30 se jugó al futbol en la UNAM, la historia futbolística de Pumas se cuenta de forma lineal desde que formaron la escuadra que ascendió a primera división en 1962. Estudiantes de las facultades del campus reforzados por algunos futbolistas veteranos lograron que el Goya retumbara en el estadio de la Ciudad Universitaria.
Desde entonces el equipo se percibe como joven y dinámico, veloz y con garra.
Futbolistas insignia han vestido el azul y oro. Desde Enrique Borja hasta Pablo Barrera.
Su cantera es de prestigio en México. Hugo Sánchez es el hijo pródigo. Jugadores como Luis García, Alberto García Aspe, Manuel Negrete, Luis Flores, Héctor Moreno o Efraín Juárez, por nombrar algunos, han salido al extranjero egresados de la cantera universitaria.
Es este equipo el que más veces ha tenido campeones de goleo individual en la historia del futbol mexicano.
Pumas es el único bicampeón en la era de los torneos cortos y suma seis títulos de primera división con temporadas memorables para sus aficionados que hacen de este equipo el centro de sus formas de ver al mundo.
El estadio olímpico es un territorio especial. En sí es una obra de arte de la arquitectura mexicana. Y si le agregamos sus rituales, sus consignas, sus cantos; obtenemos un símbolo de la juventud del país que ve en los Pumas sus ideas de libertad.
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