La vinotinto y el asunto de los pasteleros

El color de la camiseta de la selección venezolana proviene de la mezcla de los colores de su bandera. Ese es el tono que arrojan el oro de sus minas; el mar y cielo que la separan, simbólicamente, de España; y la sangre derramada por los patriotas que lucharon por su independencia.

La vinotinto, como se le conoce, es un fenómeno social reciente que ha aportado identidad a la nación bolvariana, a pesar de sus resultados negativos en el plano deportivo.

Venezuela es el único país afiliado a Conmebol que nunca ha podido ir a una Copa del Mundo.

La historia del futbol en este país coincide con la del resto del continente, los europeos introdujeron el juego en 1920.

Fue hasta los IV Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1938, cuando el representativo venezolano disputaría su primer encuentro oficial contra Panamá.

Ingresaron a la FIFA en 1952 y a finales de los años sesenta se animaron a jugar las eliminatorias mundialistas y la Copa América.

En esta tierra, donde el béisbol es rey, el futbol ha tenido un auge notorio desde el 2001, al hilar cinco victorias rumbo al mundial de Japón y Corea. Aunque no clasificaron, fue un logro evitar el último lugar de la eliminatoria.

Cuatro años más tarde volvieron a sorprender ganando partidos y a medio camino estaban en cuarto lugar de la zona. No hubo fortuna en el resto de la competencia pero el rostro del equipo cenicienta del cono sur cambió para siempre.

En 2007 organizaron la Copa América. El gobierno de Chávez invirtió 900 millones de dólares en el evento y la vinotinto alcanzó los cuartos de final.

El 7 de junio de 2008 Venezuela le ganó por primera vez a Brasil en un amistoso. De nueva cuenta la vinotinto daba mensajes, que en un contexto politizado, se utilizaban en todos los sentidos.

La última aventura en eliminatorias fue documentada en cine.

A la par del desarrollo de la selección nacional, la liga venezolana iba escribiendo su historia. El pastelerismo es una forma de explicar lo que los venezolanos sienten por su futbol. Hay quienes andan por las calles vistiendo colores ajenos y argumentan que su futbol es de baja calidad. Del lado opuesto están los defensores que les llaman pasteleros a estos aficionados que no se identifican con sus equipos locales, ni con la vinotinto.

En el 2008, 163 futbolistas venezolanos estaban participando en clubes extranjeros. Una prueba irrefutable de que el futbolista de ese país tiene un nivel óptimo de juego.

La emigración del jugador venezolano se puede explicar por la situación financiera del futbol local. Los extranjeros contratados ganan un promedio de ocho mil dólares mensuales. Las estrellas locales, un poco menos que estos. El resto se conforma con la quinta parte. Aún así, en Venezuela se consideran cantidades estratosféricas que tienen a los clubes al borde de la bancarrota.

Si contrastamos estos datos con los de nuestro entorno, podremos tener una idea de la situación del futbol nacional. La primera división tiene sueldos millonarios. Una estrella podría rebasar los dos millones de dólares por año. Tal vez por eso, hasta mayo de 2010, sólo había 16 futbolistas mexicanos en el extranjero, uno de ellos (Rodrigo Prieto), por cierto, jugó en el Caracas, el equipo más rico del futbol venezolano.

No hay comentarios: