De los 425 jugadores de la Serie A registrados en la Federación Ecuatoriana de Fútbol, 107 son de Esmeraldas y 25 del Chota. Ambas regiones están en la parte norte del país sudamericano.
Esmeraldas es la tierra de Walter Ayoví, jugador de Rayados, de Carlos Tenorio, de Geovanny Caicedo, de Giovanny Nazareno, de Juan Carlos Paredes, de Jaime Ayoví, de Iván Hurtado, de Jorge Guagua, de Segundo Castillo y de Néicer Reasco. El mismo goleador del Santos, Christian Benitez, nacido en Quito, es hijo de un esmeraldeño, paisano del legendario Ítalo Estupiñán, que echó raíces en México. Esmeraldas vive hoy una era de apogeo, sin embargo el Valle del Chota tiene un factor social que se detalla al relatar su historia.
Este es un valle andino del Ecuador que se ha hecho célebre con una fórmula eficaz para escapar de la pobreza tomando la vía transitada del futbol profesional. Aquí viven los nietos de los hijos de los abuelos que a su vez también fueron nietos de aquellos que acabaron en América por culpa de la esclavitud. Las plantaciones de caña de azúcar funcionaban gracias a la despiadada explotación de la máquina perfecta del cuerpo humano. De ahí vienen las características que le dan poder y resistencia al biotipo del futbolista ecuatoriano del siglo XXI. Por herencia genética son fuertes, de estatura espigada, con potencia y velocidad.
Al valle del Chota le decían el valle de la Muerte en la época colonial por ser un lugar insalubre. Ahora, es una región marginal. De las más pobres en el país por donde pasa la línea que divide al mundo en norte y sur. En el Chota se baila la bomba, música interpretada con instrumentos confeccionados con hojas de naranja, mandíbulas de burro y semillas. Pero se juega al futbol para olvidar las carencias y sobretodo para ver si algún día el juego los saca de ahí.
Siete de los once hombres que llevaron al Ecuador a su primera copa del Mundo, en el 2002, nacieron en el Valle del Chota. Edison Méndez y el Tin Delgado, son los héroes máximos. Marlon de Jesús y Luis Antonio Valencia, compañero del Chicharito Hernández en el Manchester United, son su presente. El biotipo del futbolista ecuatoriano, además de la fortaleza y la rapidez, también tiene la urgencia de encontrar su propia supervivencia. Y es en este lugar, en donde no hay videojuegos, donde los niños juegan a ser sus héroes y sueñan con la epopeya de irse muy lejos, persiguiendo al balón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario