Ínguesu

Escuchen este poema sinfónico. Se enfrentan las maderas contra los metales. Es una obra del maestro Enrico Chapela cuyo título simplifica el típico ambiente de los estadios de futbol mexicanos: Ínguesu.

Ínguesu es un poema sinfónico inspirado en la final de la Copa Confederaciones de 1999, aquella gesta en donde México venció a Brasil en el estadio Azteca.

Cuauhtémoc Blanco es el Piccolo, Arellano y Palencia son las flautas. Abundis y Ramón Ramírez, los oboes. Zepeda el corno inglés. Carmona y Villa los clarinetes. Rafa y Claudio los fagots y Jorge Campos el contrafagot.

Por Brasil, escuchen a las trompetas, son Ronaldinho, Beto, Ze Roberto y Vampeta. Roni, Alex, Conciencao y Emerson son los cornos. Serginho y Odvan son trombones. Joao Carlos, el trombón bajo. Dida es la tuba.

Cada que suena el arpa es Manuel Lapuente dando indicaciones, mientras que Luxemburgo dirige a piano.

Todas las cuerdas representan a miles de gargantas clamando en las tribunas los gritos, las burlas, y las mentadas tan típicas del estadio Azteca.

El futbol es parte de nuestra identidad. Así nos expresamos los mexicanos. Así se interpreta el futbol a través de una de las bellas artes más exquisitas como lo es la música.

Ínguesu cuenta una gesta heroica, Ínguesu es música clásica. Ínguesu es universal.

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