Si los escultores del renacimiento se hubieran inspirado en el futbol, el modelo seguramente habría sido Miguel Ángel Calero Rodríguez. Está esculpido con el cincel de la ardua rutina de veneración al cuerpo humano. Sobresale 190 centímetros de la superficie terrestre. Y es uno de los miembros más destacados de ese extraño grupo de solitarios que resguardan el área del gol en la liga mexicana.
Nacido en el centro del Valle del Cauca, en 1971, lleva más de la mitad de su vida en el futbol de gran cartel. Ha superado los 350 partidos jugados en su estadística personal, en donde también se registran algunos goles a favor.
Desde Barranquilla hasta Pachuca ha volado por los aires y ha montado el Show de su vida.
Este colombiano llegó a México hace una década. Demostró con futbol su valía y quiso pagarle al país en donde ha escrito las páginas más exitosas de su historia con la naturalización.
Calero es un toro según los astros. Nació un 14 de abril. Miguel es bravo, con trapío y embiste con nobleza al adversario que quiere profanar su meta. Es un guardameta temerario.
Pero es un ser humano, con errores y aciertos. Con sangre en las venas que le llenan un corazón que bombea con potencia descomunal. Tanto que a veces su torrente sanguíneo ha llegado a límites que lo han hecho reflexionar sobre el mañana.
El arquero de los Tuzos ha levantado copas de liga cada tres años, en promedio, tomando en cuenta que la primera fue en 1996. Con Colombia fue campeón de América en 2001. Y ha sido artífice de memorables triunfos internacionales con su club, como aquella copa sudamericana ganada en Santiago de Chile en el 2006.
Es un hombre decisivo. Ha sido un futbolista importado que ya tiene un legado en Pachuca. El retiro sigue siendo abstracto en su mente. Está ahí el concepto pero no en sus planes, aunque dice que no sería ético jugar con 40 años encima. Por eso busca reinventarse cada día. Por eso se divierte jugando. Por eso sigue siendo una escultura que obliga a asociar al arte con el futbol.
No hay comentarios:
Publicar un comentario