Felicidad sobre la faz de la tierra

Es ahora cuando todo converge. Los recuerdos, los sentimientos, la nostalgia, la solidaridad. Si bien los futbolistas a veces son idealizados como los héroes de las batallas modernas, lo cierto es que nunca dejan de ser simples mortales.

Cada quien tenemos destinos que se van construyendo. Y el presente es un tiempo que desperdiciamos refugiándonos en el pasado o temiéndole al futuro.

Esta vez es necesario mezclar los tiempos en la vida de un futbolista.

Mauricio Peña, aquel jugador número 12 de los Pumas. Medio de contención con casta. Uno de los güeritos bravos, el otro era su gran amigo Miguel España. Un jugador de la UNAM que parecía jugador de la UNAM. Esa era su estampa.

Formó parte del equipo entre 1980 y 1987 por lo que fue campeón de liga, de Concacaf, de la Interamericana y se sintió herido cuando cayeron con el América en la siempre recordada final jugada en Querétaro, en 1985.

Bora lo debutó y dicen algunos que el Capi Sanabria le dio cuello por güerito cuando tomó las riendas del cubil. Pasó al Necaxa y se extravió hasta que su verdadera vocación le indicó el rumbo.

La detección y formación de talentos lo llevó a encabezar la Cantera Puma durante una década. El mismo Pablo Barrera reconoce en Peña a uno de sus mentores. Después se trasladó a Torreón y logró que las fuerzas básicas de Santos fueran fértiles. Por lo menos veinte muchachos llegaron a debutar en primera gracias al trabajo de Mauricio.

Formó parte del cuerpo técnico de Chucho Ramírez e hizo historia con aquella selección Sub 17 que regresó con la copa del Mundo disputada en Perú, durante el 2005.

Ahora el destino le ha puesto un camino tortuoso para finalizar su vida. Una enfermedad que mata la neuronas motoras sin alterar nunca la inteligencia, la vista y el oído. Es la enfermedad de Lou Gehrig, nombrada así en honor al legendario pelotero que la padeció y que lo retiró para siempre del beisbol. Es la misma enfermedad que tiene a Stephen Hawking utilizando su mente de genio en la ciencia, sin poder mover casi ninguno de sus músculos. Es la esclerosis lateral amiotrófica, uno de los grandes enigmas de la medicina.

Poco a poco, Mauricio ha dejado de moverse. Su alma reside dentro de un cuerpo inerte. Pero escucha y mira lo que pasa a su alrededor. Y piensa, y reflexiona, y acelera sus pensamientos para alcanzar un punto óptimo de sabiduría.

Por eso es en este momento cuando todo converge: lo que fuimos y lo que seremos se decide en el ahora. Es ahora cuando este mundo material le cobra facturas millonarias a los enfermos. Es ahora donde surge la urgencia de ayudar. Es ahora cuando Mauricio quiere dejar su legado. Es ahora cuando su familia quiere gritarle al mundo cuanto lo quiere. Es ahora cuando el futbol debe rendir homenaje. Es ahora cuando un hombre puede sentirse el hombre más afortunado sobre la faz de la tierra, porque así lo dijo Gehrig cuando se despidió de los Yanquis, porque así lo escribió Hawking en la presentación de su maravilloso Libro del tiempo, porque así se sentirá Mauricio cuando este miércoles 18 de agosto, los viejos pumas se enfrenten con los americanistas veteranos y jueguen en su honor, en punto de las 21:00 horas, en el Gimnasio Juan de la Barrera.

No hay comentarios: