El Principito



Unos días después de que terminara el campeonato mundial de futbol de 1986, celebrado en México, nació Andrés Guardado (Guadalajara, 28 de septiembre), un fino futbolista que cuando se convoca a selección, sólo deja disponibles 10 lugares.
A los seis años la primaria es obligatoria para los niños mexicanos y a los siete la academia rojinegra para un gran número de tapatíos. Andrés es atlista de toda la vida. Mientras aprendía a leer, le enseñaron a desplazarse por el campo. Mientras hacía su primera suma, comprendió que el gol es el que define los partidos.
Así, antes de cumplir los 20 años, Daniel Guzmán lo había debutado en la primera división y un año más tarde estaba jugando la copa del mundo de Alemania, en donde tuvo una gran vitrina hacia el exterior. Hasta el gran equipo merengue, el Real Madrid, estuvo dispuesto a desembolsar 200 mil euros por llevarse al joven a sus filiales, pero su futbol valía mucho más. El PSV Eindhoven de Holanda ofreció 4.5 millones pero fue una oferta sorpresiva por siete millones la que sentenció el destino del mediocampista.
Guardado se fue a seguir estudiando el juego de su vida en España. En un club modesto que es orgullo de los gallegos. En el Depor (Club Deportivo La Coruña) es un héroe. Y es que en el campo de Riazor, la playera número 18 ha llegado a despertar la esperanza de la afición. El Principito es el alma de su equipo. Ha jugado 36 partidos con ocho goles en su cuenta. Por eso sus lesiones son tan penosas y sentidas. Si en La Coruña se le extraña de esa manera imaginen lo que se le extraña en la selección mexicana.
Su paso por México fue corto y célebre. Jugó 64 partidos y anotó 6 goles, dos de estos fueron memorables porque clareó en el mismo partido y en condiciones similares al arquero americanista Guillermo Ochoa.La explosividad y los movimientos increíbles le han pasado una costosa factura al Principito. La famosa rotura fibrilar en el bíceps femoral, que también ha afectado hasta al propio Lionel Messi, está de moda en Europa. Dicen que es por sus repentinos movimientos por lo que se lesiona tan severamente pero es así, al borde de lo inaudito, como los héroes forjan sus leyendas.

No hay comentarios: