Raúl Cárdenas, legendario futbolista y director técnico, fue jugador del Rebaño en una etapa de su vida, sin embargo, las tentaciones de la vida lo hicieron emigrar de la Perla de Occidente.
El Güero pasó su infancia dándole a la pelotita de tenis. La mataba con el pecho, la prendía de bolea, la pisaba con clase. Tenía claro que el deporte le gustaba. Era bueno para todos los juegos con pelota. Incluso pudo haber sido un gran lanzador en el béisbol.
Inició con el España, aunque el siempre fue seguidor del Necaxa de los Once Hermanos. En 1948 fue a la olimpiada de Londres. Cuando desapareció el España, tuvo que decidir su futuro consultando con su madre. Él fue huérfano de padre desde que nació. Guadalajara era una de sus opciones y la aceptó a pesar de que no había sido lo acordado previamente.
Era el año de 1950. Raúl era un jovencito que por primera vez tendría que vivir sólo. Vistió la enigmática playera a rayas rojas y blancas. Formó parte del equipo una sola temporada, según sus recuerdos, porque las tentaciones de una ciudad tan bullanguera como Guadalajara lo podrían hacer caer en el abismo de los excesos. Por eso regresó a la ciudad de México y luego firmó con el Marte.
Mientras jugaba con el Puebla, su gran personalidad en el campo lo llevaron a tres copas del mundo: Suiza 1954, Suecia 1958 y Chile 1962. Jugó y fue campeón con el Zacatepec, y aquí, el destino lo colocó en uno de los cuadros más acérrimos rivales de las Chivas en aquellos años. Incluso esa generación se autoproclamaba como antichiva.
Finalmente, se retiró a los 37 años y se volvió entrenador, uno de los más ganadores en la historia de nuestro país. Sí, aunque usted no lo crea, el Güero Cárdenas alguna vez estuvo en el redil.
El Güero pasó su infancia dándole a la pelotita de tenis. La mataba con el pecho, la prendía de bolea, la pisaba con clase. Tenía claro que el deporte le gustaba. Era bueno para todos los juegos con pelota. Incluso pudo haber sido un gran lanzador en el béisbol.
Inició con el España, aunque el siempre fue seguidor del Necaxa de los Once Hermanos. En 1948 fue a la olimpiada de Londres. Cuando desapareció el España, tuvo que decidir su futuro consultando con su madre. Él fue huérfano de padre desde que nació. Guadalajara era una de sus opciones y la aceptó a pesar de que no había sido lo acordado previamente.
Era el año de 1950. Raúl era un jovencito que por primera vez tendría que vivir sólo. Vistió la enigmática playera a rayas rojas y blancas. Formó parte del equipo una sola temporada, según sus recuerdos, porque las tentaciones de una ciudad tan bullanguera como Guadalajara lo podrían hacer caer en el abismo de los excesos. Por eso regresó a la ciudad de México y luego firmó con el Marte.
Mientras jugaba con el Puebla, su gran personalidad en el campo lo llevaron a tres copas del mundo: Suiza 1954, Suecia 1958 y Chile 1962. Jugó y fue campeón con el Zacatepec, y aquí, el destino lo colocó en uno de los cuadros más acérrimos rivales de las Chivas en aquellos años. Incluso esa generación se autoproclamaba como antichiva.
Finalmente, se retiró a los 37 años y se volvió entrenador, uno de los más ganadores en la historia de nuestro país. Sí, aunque usted no lo crea, el Güero Cárdenas alguna vez estuvo en el redil.
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