No se puede hablar de la historia de nuestro futbol sin hablar de Casarín, el hombre que jugaba siempre alegre y que inspiró a muchas generaciones para seguir sus pasos en la cancha. Jugó durante 22 años y anotó 326 goles, 20 de estos con la selección mexicana.
Horacio Casarín (México, 25 de mayo de 1918) fue ídolo de muchos tiempos, hoy es una leyenda como pocas. Él nunca fue pobre y sin embargo encontró en el futbol la fuerza de su vida.
A los 12 años ya jugaba con el equipo del Colegio Francés Puente de Alvarado y a los 18 debutó con el Necaxa de los Once Hermanos. Para 1937 tuvo su primer llamado a la selección y un gol suyo contra Costa Rica, le dio el campeonato Centroamericano a México.
El muchacho era tan querido que cuando fue lesionado sin que el silbante hiciera justicia, la gente prendió fuego en las gradas del Parque Asturias que ardió hasta caer el sol.
En 22 años de trayectoria pasó por equipos de gran tradición. Necaxa, Atlante, España, Veracruz, Zacatepec, América y Monterrey. En 1948 el Barcelona de España le puso en la mesa un atractivo contrato que no quiso firmar. Se quedó en México para seguir escribiendo su propia historia.
En el Mundial de 1950 celebrado en Brasil le anotó un gol a Suiza con un pase de José Luis Borbolla.
En 1953 Horacio se hizo cargo de la selección nacional, como seleccionador y jugador simultáneamente. Su periodo en la eliminatoria fue avasallante con marcadores muy abultados como los siete goles con los que derrotaron a Haití para obtener su calificación al Mundial de Suiza 1954. Pero los directivos lo cesaron del cargo sin darle mayores cuentas. Aún así pagó sus gastos y viajó a Europa como observador poniendo en alto su dignidad y calidad humanas.
En 1955 fue convocado por última vez al equipo nacional para disputar los Juegos Panamericanos, dos años más tarde se retiró para siempre de las canchas.
Después del futbol aprovechó su carisma. Vendió seguros, automóviles y terrenos. Trabajó en la Compañía de Luz, en los Bancos Ejidal y de México. Fue agente de ventas de labortarios. Comentarista de radio y televisión. En 1967 se sacó la lotería con la que se compró un edificio de departamentos y se hizo de un estacionamiento. Por supuesto fue entrenador y hombre de futbol hasta que el Alzheimmer le robó sus recuerdos.
Horacio Casarín (México, 25 de mayo de 1918) fue ídolo de muchos tiempos, hoy es una leyenda como pocas. Él nunca fue pobre y sin embargo encontró en el futbol la fuerza de su vida.
A los 12 años ya jugaba con el equipo del Colegio Francés Puente de Alvarado y a los 18 debutó con el Necaxa de los Once Hermanos. Para 1937 tuvo su primer llamado a la selección y un gol suyo contra Costa Rica, le dio el campeonato Centroamericano a México.
El muchacho era tan querido que cuando fue lesionado sin que el silbante hiciera justicia, la gente prendió fuego en las gradas del Parque Asturias que ardió hasta caer el sol.
En 22 años de trayectoria pasó por equipos de gran tradición. Necaxa, Atlante, España, Veracruz, Zacatepec, América y Monterrey. En 1948 el Barcelona de España le puso en la mesa un atractivo contrato que no quiso firmar. Se quedó en México para seguir escribiendo su propia historia.
En el Mundial de 1950 celebrado en Brasil le anotó un gol a Suiza con un pase de José Luis Borbolla.
En 1953 Horacio se hizo cargo de la selección nacional, como seleccionador y jugador simultáneamente. Su periodo en la eliminatoria fue avasallante con marcadores muy abultados como los siete goles con los que derrotaron a Haití para obtener su calificación al Mundial de Suiza 1954. Pero los directivos lo cesaron del cargo sin darle mayores cuentas. Aún así pagó sus gastos y viajó a Europa como observador poniendo en alto su dignidad y calidad humanas.
En 1955 fue convocado por última vez al equipo nacional para disputar los Juegos Panamericanos, dos años más tarde se retiró para siempre de las canchas.
Después del futbol aprovechó su carisma. Vendió seguros, automóviles y terrenos. Trabajó en la Compañía de Luz, en los Bancos Ejidal y de México. Fue agente de ventas de labortarios. Comentarista de radio y televisión. En 1967 se sacó la lotería con la que se compró un edificio de departamentos y se hizo de un estacionamiento. Por supuesto fue entrenador y hombre de futbol hasta que el Alzheimmer le robó sus recuerdos.
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