El engorroso trámite de la regla 10


A Luis Amaranto Perea le faltaba un detalle en su carrera. Su gol llegó cuando ya habían transcurrido 42,524 minutos de juego como profesional. A esto habrá que sumarle los 15 años de infancia y adolescencia en el campo de bananas del Urabá antioqueño. Las once horas que viajó en camión para buscar ser algo más en la ciudad. Las jornadas vendiendo helados hasta que empezaron a correr esos miles de minutos que sumó a lo largo de doce años. De Colombia a Argentina, luego a España y vendría a México para encontrarse con el gol en un modesto campo michoacano. En total, fueron casi 34 años transcurridos para cumplir con ese trámite engorroso que impone la regla diez.

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