No hay futbol sin Clásicos


Los Clásicos son la expresión máxima de la rivalidad. Son partidos imperdibles en toda la extensión de la palabra. Es un reto de formas y fondos. Son los ángulos opuestos que se confrontan para imponerse durante el tiempo que duren las treguas previamente pactadas en los calendarios de la temporada. Las fórmulas son las de la vida diaria. Los ricos contra los pobres. Los poderosos contra los débiles. Liberales y conservadores. Creyentes de una religión contra los creyentes de la otra. Son pleitos entre vecinos. Son formas de sentir, de vivir. Es cultura viva y materia prima de la creatividad. En Europa se les llaman derbis, nosotros les decimos clásicos.

En el futbol hay clásicos en los cinco continentes del planeta. Por lo menos hay más de doscientos que ofrecen argumentos para considerarlos tales.

Los italianos son los que celebran más duelos que nadie.

Los bolivianos se conforman con uno sólo que siempre tiene a The Strongest como protagonista en contra de quien le busque. Su rival actual es el Bolívar y al encuentro le dicen el clásico paceño porque se juega en La Paz, a 3650 metros sobre el nivel del mar.

Los argentinos promueven su superclásico entre Boca y River como una de las cosas que se deben ver antes de morir.

Los brasileños simplifican su mayor rivalidad llamándole el Fla-Flu. Flamengo vs. Fluminense.

Los españoles tienen clásicos peninsulares y también insulares. Aunque el clásico español entre Real Madrid y Barcelona se sigue en vivo en más de ochenta países.

Los escocés resguardan el pleito más antiguo de la historia cobijados por la fe. Celtic y Rangers son oponentes desde 1888.

En Hungría tienen un derbi de tres equipos: Ferencváros, Honvéd y Újpest

En Rusia quedaron las viejas rencillas del politburó y aun se enfrentan el  CSKA Moscú contra el Spartak Moscú, asociados con la KGB y el Ejército Rojo .

Y en Serbia disputan un derbi Eterno entre los irreconciliables Estrella Roja y Partizan.

En Chile hay clásicos entre pequeñas patrias: Palestino, Unión Española y Audax Italiano.

Y en Colombia los narcos amarraron las navajas para siempre entre Cali, Medellín y Bogotá.

Los estadounidenses encargaron sus clásicos al departamento de mercadotecnia. El duelo entre el Galaxy y las Chivas USA tiene nombre patrocinado de un fabricante oriental de autos. (Honda Superclassic)

En Egipto, el clásico confrontó durante años al equipo del pueblo en contra del favorito del dictador. El Al Ahly y el Zamalek tienen que jugar en campos neutros y con árbitros extranjeros para garantizar equidad. Con la caída de Mubarak habra que ser testigo de este duelo bajo condiciones distintas, aunque la rivalidad ha quedado sellada para siempre.

Y en Chipre existen cuatro derbis para una nación que no alcanza ni el millón de habitantes.

Los mares, las regiones, las ciudades, los puntos cardinales le ponen apellido a la mayoría de los clásicos. Terminemos este recorrido en México en donde se cuentan seis clásicos y uno más extinto que reside en los libros de historia.

El más antiguo es el Tapatío entre Atlas y Guadalajara. El joven es América contra Cruz Azul. Monterrey se parte en dos, literalmente, cuando juegan Tigres y Rayados. América y Pumas disputan el clásico capitalino. España contra Asturias fue un superclásico que desapareció hace sesenta años. Y en peligro de extinción está el clásico añejo que disputan Necaxa y Atlante. Posiblemente el 16 de abril se escriba su última edición en Cancún. Pero son Águilas y Chivas los que parten al país en dos en el Clásico Nacional. Ambos tienen prácticamente el mismo número de seguidores, con una abismal diferencia: todo aquel que no le va al América lo odia y les place ver caer siempre al equipo que está considerado como el privilegiado de todos los sistemas, aunque en muchas ocasiones sólo lo sea en el imaginario popular.

Conocer las rivalidades deportivas de los países nos permite conocer una diminuta parte de la dinámica social de los mismos. Esperemos que el futbol siga siendo una forma de expresión que busque catalizar todos los sentimientos, negativos y positivos, por el bien de todos.

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