Con la cara de tontos

Fue un gol maldito, de esos que avisan desde que el balón está por el medio campo. De esos que te matan la tarde. Que destrozan los planes. Que amargan y te hacen sentirte mal. Sientes la frustración, el enojo, pero ese empate en tiempos adicionales se vio venir. “Ya se acabó el partido” le dijo el lateral izquierdo al arquero y cuando los dos voltearon ya tenían la jugada a punto de culminar con las redes moviéndose.
Y después, los reclamos de la grada, a grito unánime: fuera, fuera, fuera. Y el buen hombre del banquillo saliendo con las arrugas del rostro reflejando que ahora sí se le había arrugado el alma. Cuando estaba por doblar hacia el vestidor me preguntó que cómo estaba. Ninguno de los dos estábamos bien. Estábamos incómodos. Preocupados. Uno de los delanteros dijo que con cara de tontos. Y sí, así quedamos todos lo que restó de un domingo que pudo haber sido diferente. Pero como siempre dicen los que juegan: así es el futbol.

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