¿Tijuana o Irapuato?

Tijuana es la quinta zona metropolitana más poblada del país. Cada año llegan para quedarse alrededor de cien mil personas quienes hoy en día suman más de un millón setecientos cincuenta mil habitantes. Irapuato, en los últimos 15 años, ha crecido lo que Tijuana crece en doce meses y apenas ha rebasado el medio millón de pobladores.

Mientras la frontera, conocida como la última esquina de México, es una ciudad cosmopolita, Irapuato está enclavada en el corazón del bajío donde radica la más pura forma del conservadurismo nacional.

Tijuana es una ciudad donde la gente espera su turno. El que ha llegado ahí quiere cruzar al otro lado en busca de prosperidad o pretende obtener un trabajo en las maquiladoras establecidas en este lado, que han llegado a fabricar desde televisores hasta los primeros aviones que se hicieron en México. Mientras se presenta el momento de actuar, se produce la dinámica social de la ciudad. Una dinámica bipolar, contrastante y particular.

De Irapuato la gente se va. Es una región expulsora de migrantes. Los que se quedan son los que pueden y así se mantiene el ritmo de vida de sus habitantes. Forman parte de un corredor industrial que tiene a la ciudad de León como cabecera. Es con ellos con los que mantienen una rivalidad vecinal tan añeja como su propia historia.

En ambas plazas la violencia se manifiesta. Tijuana es sede de la delincuencia organizada. Irapuato ya ha entrado al grupo de los 100 municipios del país con mayores índices delictivos. Pero en ambas ciudades la ciencia y la cultura se desarrollan a pesar de las circunstancias.

El futbol se cuenta de dos formas opuestas en estas ciudades. Tijuana siempre fue beisbolera, taurina y fanática del boxeo. Irapuato está celebrando cien años de la formación del que fuera su primer equipo organizado.

Los factores de identidad del equipo del bajío tienen que ver con la agricultura de la región. A través del futbol siempre se han ligado al cultivo de la fresa, equipo y afición son una trinca y su barra más célebre se hace llamar los Hijos de la Mermelada. Sin embargo, la historia de la escuadra representativa está llena de ascensos y descensos, apariciones y desapariciones. Una de estas producida por una terrible sospecha de que detrás de la administración del equipo se encontraba el crimen organizado. Esta franquicia tiene el nombre de Irapuato por siempre, el propietario es el arquitecto José de Jesús Martínez Tejeda, un empresario irapuatense que asegura haber apostado gran parte de su fortuna para vuelva la primera división a la ciudad. 

La Trinca optó por asociarse a un personaje sui géneris, Cuauhtémoc Blanco volvió a ser un factor decisivo en la cohesión del equipo con su gente.

Tijuana nunca ha tenido representación en el máximo circuito. Hubo efímeros intentos en otras categorías. El proyecto de los Xolos comenzó en el 2007 al amparo de un excéntrico personaje: Jorge Hank Rhon, quien fuera alcalde de la ciudad y candidato a gobernador del estado de Baja California, además de ser el propietario de una casa de apuestas deportivas.

A pesar de que los Xoloitzcuincles no son una raza oriunda de Tijuana, su significado acabó siendo un poderoso factor de identidad.

Las gradas de su estadio también arrojan mensajes que perfilan la realidad que se vive en la región. Su barra popular se llama La Mazsakr3, escrita con k y con un tres en ves de la “e”.

Para que una identidad esté completa hace falta amarrar el proyecto deportivo con el social. El futbol espectáculo le brinda esparcimiento y diversión al grupo de espectadores que lo demandan. Una de estas dos ciudades formará parte del máximo circuito. Una tiene casi todos los elementos necesarios para que el arraigo sea pleno, la otra tiene un potencial que rebasa las fronteras para hacer de esta franquicia un negocio redondo. Sin embargo el ascenso se disputará en la cancha y serán los goles los que marquen la diferencia.

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