Este es el estadio Revolución Mexicana de Pachuca, Hidalgo. Sus viejas rocas dejan constancia de su edad, a pesar de que las piedras nunca envejecen.
La construcción comenzó el primer día de junio de 1958 y se inauguró el 14 de diciembre de ese mismo año. Tiene medio siglo de vida. Y muchísima nostalgia futbolera.
Don Juan es el vigilante del estadio. Aun recuerda el día en que el General Corona del Rosal, abrió las puertas del Revolución. Él era parte de las fuerzas armadas.
De 1958 a 1993, esta fue la casa del equipo Pachuca. Cada quince días se llenaban los 3 mil quinientos lugares y los que no podían entrar agradecían la generosidad del cerro de Cubitos.
Aquí se la jugaron los viejos Tuzos. Aquellos que buscaron reivindicar a la Cuna del Futbol Mexicano que se había privado del espectáculo durante muchos años. Hasta que un 5 de marzo de 1967 lograron el tan buscado ascenso a la primera división.
Luego vinieron las grandes contrataciones. Brasileños como Moacyr se volvieron ídolos del pueblo minero. Pero llegó un día en que los vientos se llevaron todo.
Aquí también tuvo sus orígenes el proyecto del Pachuca actual. En el Revolución Mexicana se sufrió y se aprendió que el futbol es un simple juego lleno de sentimientos.
Los viejos vestidores huelen todavía al sudor de las batallas.
Y en este campo, también cayeron los gigantes aunque a veces dejaban sus maldiciones.
En 1993, al Revolución Mexicana se le fueron sus Tuzos a estrenar un estadio más grande y moderno. Sin embargo, el propio Javier Aguirre decidió que este sería su cuartel general. Había algo bendito en sus entrañas. Una leyenda dice que esta imagen de la Virgen hizo el gran milagro de darle al Pachuca su primer campeonato en la primera división.
Después, los Tuzos ya no volvieron y el propio pueblo lo hizo suyo.
Pero el viejo estadio comenzó a incomodar a los devoradores de terrenos, decían que era un elefante blanco y se salvó de ser demolido para convertirse en tienda departamental o en oficinas.
Véanlo bien en esta magnífica toma desde el cerrito. El estadio nunca más se volverá a ver así. Para estos momentos ya deben de haber demolido la mitad de este escenario para darle paso a un ambicioso proyecto gubernamental.
Y aunque la mitad del estadio, la parte de las gradas de sombra, el campo de juego y las cabeceras se mantendrán es un hecho que han desaparecido los rincones de un pasado sufrido para iniciar otra era, siempre con el futbol, al centro de todo.
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