La Noche del Buitre

Celaya escribió una de las páginas más románticas del futbol mexicano. Un equipo modesto, de la mano de una leyenda, que casi fue campeón. La final no la perdió pero el sistema de competencia le otorgó la copa a un equipo especialista en no perder, pero a veces, tampoco en ganar. El empate bastó para que Necaxa escribiera su nombre en la historia aunque los Toros fueran recordados para siempre en la memoria de los aficionados.
Si Butragueño hubiera metido esa pelota con la cabeza, que grande hubiera sido el momento. Tal vez hoy el equipo seguiría vivo. Solo tal vez…
Luego desfilaron figuras que hicieron de su paso por Celaya, el mágico adiós de sus carreras. Hugo Sánchez, Michel, por mencionar a los más grandes. Pero también dio a conocer a tremendos futbolistas como el hondureño Carlos Pavón.
Tres veces se salvó el Celaya del descenso con batallas heroicas. Tras
14 temporadas cargadas de ilusiones, el Toro fue llevado al matadero. Los entusiastas dueños del equipo no tuvieron más remedio que venderlo.
De un momento a otro se borró el presente y lo que fue una franquicia querida acabó dando origen a un desastre llamado Colibríes.
Pero el 9 de octubre de 2009, fue la noche del Buitre. De ese héroe que nunca olvidan. Que partió de aquí hace 11 años y que vuelve lleno de alegría y de gratos recuerdos.
Este hombre puso a Celaya en las páginas de su propia historia, que ya de por sí nutre varias de la historia del futbol mundial.
Es un ejemplo de que el futbol nunca olvida. Que del Bernabeu al Miguel Hidalgo había kilómetros de por medio pero nada más porque el Buitre, aquí y allá, siempre ha sido un caballero. Un embajador del futbol puro. Un personaje entrañable sobre la hierba.

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