Streltsov: El Pelé Ruso

El 9 de diciembre se cumplieron 19 años de la desintegración de la Unión Soviética. La historia del futbol soviético tiene miles de capítulos. Su solo recuerdo invoca mitos y realidades que bien servirían para hacer un best seller. Los nombres de Yashin, de Blokhin, de Dasaev, sirvieron para la tediosa propaganda política. Pero hay un personaje maldito, al que se le ha confinado a los rincones menos iluminados de la historia que los propios soviéticos se encargaron de escribir. Tal vez, con un destino diferente, en el mundial de 1958, Pelé hubiera sido opacado por el Pelé Ruso, Eduard Streltsov.

La historia de Streltsov va de la mano con los momentos más cruentos de la Unión Soviética. Nació en los suburbios de Moscú el 21 de julio de 1937. Su padre, un militar de primera línea, acabó aniquilado en la segunda guerra mundial. La niñez la pasó en Kiev, Ucrania, y encontró en el balón la única luz de sus grises días.

En la fábrica donde su madre trabajaba detectaron el talento del muchacho y a los 16 años, el Torpedo de Moscú se apoderó de él para siempre. A los 18 años ya se había coronado como campeón de goleo y a los 19 se colgó una medalla de oro olímpica con su selección. El joven Streltsov nunca fue un ruso de hielo. Era bohemio, era libre, era un personaje incómodo para un sistema totalitario en donde hasta su peinado levantaba las sospechas de los camaradas del politburó. Pero el futbol soviético iba en ascenso. Aquella generación levantó grandes expectativas cuando obtuvo su calificación al Mundial de 1958.

En aquellos tiempos, el sistema de rivalidades soviético estaba marcado por los sectores obreros de la nación. El Torpedo de Moscú, equipo que representaba a la industria automovilística, tenía entre sus filas al más grande futbolista visto hasta entonces en la Unión Soviética. El CSKA, relacionado con el ejército rojo, y el Dynamo de Moscú, favorito de la KGB, solicitaron a las altas esferas la transferencia del virtuoso camarada, pero este se negó. Ni siquiera Lev Yashin fue capaz de hacerlo recapacitar.

Su indisciplina, tarde o temprano, le daría la lección de su vida. Lo acusaron de haber participado, con otras dos personas, en una violación contra una joven de 20 años. Él firmó su propia confesión. Después se supo que le habían prometido una solución que nunca llegó. Streltsov pasó siete largos años en la temida GULAG de Siberia, ahí aprendió el arte del silencio. Confinado en ese campo de concentración, los soviéticos fueron a dos mundiales y se coronaron campeones de Europa.

Los hubieras son crueles con estos personajes. Le pusieron el Pelé Ruso. Dicen que en 1958, dos selecciones llegaban mermadas a la copa del mundo. Los ingleses tras perder a sus jugadores en el trágico accidente del Manchester United y los soviéticos al no contar con Streltsov, aquel hombre alto, delantero potente, dotado de un primer toque fino y una inteligencia futbolística extraordinaria.

Siberia lo hizo callar sobre aquel asunto, pero regresó a las canchas con el Torpedo. Volvió a ser campeón, volvió a anotar goles, tantos que, a pesar de sus siete años de encierro, es el cuarto máximo anotador en la historia del futbol soviético.

Se retiró en 1970. Quiso ser entrenador. Y pasó el tiempo. Murió de cáncer a un día de cumplir los 53 años, el 22 de julio de 1990, un año y cinco meses antes de la desintegración de la Unión Soviética.

A las afueras del estadio que lleva su nombre y en donde juega el Torpedo de Moscú está una estatua de bronce en su honor. En el 2018 el mundial se jugará en Rusia, ojalá que para ese entonces los fieles al futbol le lleven flores y lo recuerden por siempre.

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2 comentarios:

Master of Doom dijo...

Buen articulo posteado. Es cruel como la politica no solo aqui en México provoca que se pierdan virtuosos del balompie en las citas mundiales.
Apenas he leido este articulo y el del legado del Germania, pero me gusto bastante por lo que me dare un clavado en tu blog.
Saludos

Enrique Ballesteros dijo...

Muchas gracias Master, bienvenido. Saludos