El mundial empieza el sábado


Dice Leo Beenhakker que el verdadero torneo por la Copa del Mundo empieza cuando quedan sólo 16 equipos. Con lo mostrado hasta ahora hemos podido ver algunas pinceladas de buen futbol y un juego al que podríamos calificar como burocrático en donde el ábaco resulta fundamental para cumplir el requisito.

Los equipos han jugado a no perder puntos. Es notorio que les da miedo perder. Eso es parte de los planes trazados desde que el sorteo mundialista decidió la suerte de las selecciones. Pero cada equipo vive momentos de manera diferente. Hay países que juegan al día, como México, por ejemplo. Hay equipos de jerarquía que planean a mediano plazo, como Brasil y Holanda. Pero también hay arribistas como Italia, y equipos que avientan el resto porque no les da miedo la derrota (saben que si llegara a darse la venderían muy cara) como Argentina. Por supuesto que hay aspirantes que suelen funcionar como fieles de la balanza al momento de las cuentas finales por aquello de la diferencia de goles.

Hasta el momento Brasil, Holanda y Argentina se perfilan como los grandes favoritos. Los dos primeros juegan diferente de como lo habían hecho siempre. Los ches mantienen su tradicional estilo de calidad, coraje y orgullo, acompañado por la inspiración de Maradona y su personalidad contestataria en contra de los dueños del balón encabezados por FIFA.

Paraguay es uno de los equipos que también ha convencido con un planteamiento inteligente partido a partido. Alemania, España, Chile, Italia aún no aseguran nada. Los equipos africanos, con sus oportunistas técnicos europeos que los mandan a tapiar a punta de patadas, están aburguesados y sin un ápice de hambre.

Nuestro México, igual que casi todos los mexicanos, vive al día y es voluble. Un día está del carajo la situación y al otro ya soñamos con el melate. Un día empatan y son el peor equipo y al otro ganan y son cuasi-próceres de la identidad nacional.

Es cierto entonces lo que dice Leo, que el mundial empieza hasta el sábado. Ese día las reglas cambian y el ábaco se guarda. Serán partidos a muerte. A ganar o morir como les dijo Mussolini a los azzurros en 1934.

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