Y que se haya llamado Alfredo también perfila al personaje. Amigo de la paz o gobernante pacífico significa el nombre germano (por cierto, el primer apodo que tuvo fue “El Alemán”, por sus rasgos). Simpáticos, amables en su trato. Con mucha imaginación. Que le gustan los deportes y tiene mucha energía. Que contagia de entusiasmo a todos los que están a su alrededor. Y en el amor, necesita compartir sus ideales con su pareja. “Gracias, vieja” les escribió un día un libro entero a la pelota.
Volviendo a esa corona de escasos cabellos, nos encontramos con la coincidencia del apellido: Di Stéfano que deriva del nombre griego “stephanos” cuyo significado es “corona de laurel”, o bien, “el victorioso” porque en la Grecia Antigua sólo los héroes que la conquistaban podían portar los laureles.
La Saeta, vaya apodo, aunque es el proyectil letal que nos remonta a nuestro ancestral origen cazador, la flecha señala trayectoria y sentido. Las saetas son palabras precisas, concisas, es hablar claro. Cuenta un antiguo relato que “un flechador al enderezar una flecha la mira a todo lo largo con un ojo cerrado, y de esto se saca la enseñanza de la visión unitaria”. Saeta también es un canto religioso muy gitano que va a capela, al paso del Cristo muerto en la semana santa. Un canto profundo de dolor que hoy, y con todas las distancias y el respeto a la religión del Jesús del madero, se debe cantar en honor a este Dios del futbol que ha terminado su aventura en el mundo de los humanos.